PIRATEANDO EL DESTINO
Octubre 2009
Por Nicolás Fernández Novoa.
¿Qué tienen en común Fernando González, Andy Murray, Gabriela Sabatini, Juan Sebastián Verón y Hernán Crespo? Sí, todos son deportistas, unos en el tenis y otros el el fútbol. Pero además, han estado o están en las manos de Patricio Apey, cabeza ACE Group, gestión y marketing deportivo. Hombre reconocido mundialmente en su medio, es hijo de uno de los grandes formadores del tenis sudamericano, el chileno Patricio Apey, titular del equipo de Copa Davis, descubridor del mismo González y ex entrenador de Sabatini, dueño de un afamado rancho en Miami. Su hijo es uno de los Agentes FIFA oficiales en el país. Paradójicamente es conocido por el tenis y ha sido parte de contratos millonarios en el fútbol. Este caso, es un ejemplo de los distintos personajes que se pueden encontrar en el numeroso, desconocido y lucrativo rubro de los representantes de futbolistas.
Desde que la pelota es redonda, el fútbol es una actividad única, y lo que marca la diferencia es su condimento inherente: la pasión. Aquélla que llena estadios, que lleva a viajar kilómetros y millas; esa que hace al mundo estar pendiente del caprichoso balón. La frase común y ya trillada “pasión de multitudes” viene al caso. Entre tanta adrenalina y con el paso de los años, la actividad comenzó a mirarse con otros ojos. Con el correr de las décadas, la introducción de nuevos elementos trasformaron a éste en un campo abierto para variados factores, todos ligados al vil dinero: La publicidad, el marketing, derechos televisivos, comisiones y estímulos monetarios, comenzaron a formar parte del día a día de los jugadores profesionales, dirigentes, entrenadores, gerentes y todos los personajes que giran en torno a los clubes.
Los protagonistas de todo este espectáculo son los jugadores. Éstos, dotados con innegables talentos, son quienes llevan al acto una actividad que tiene a sus espaldas estrategia, preparación, valores de instituciones e indiscutiblemente vínculos económicos. La labor dentro del campo de juego, transforma estos deportistas en “personajes” que, además, son tasados en precios estratosféricos.
Estos “virtuosos”, según su calidad, parten a desfilar por el mundo, transformándose en productos valiosísimos o ignorados. Es en este punto donde ingresan nuevos personajes a este ámbito: los agentes de jugadores.
Singulares individuos que se transformaron en un elemento más. Sin embargo, hoy en nuestro se puede ver cómo algunos casos ponen en tela de juicio su papel.
El último episodio fue protagonizado por el jugador argentino Luis Salmerón. El atacante llegó a Chile y fue presentado como refuerzo de la Universidad Católica; sin embargo, fue el comienzo de una serie de hechos desafortunados que culminaron con Salmerón en Argentina, actuando en la serie equivalente a la tercera división chilena sin explicación alguna. Una nube de especulaciones cubrieron este caso con tres involucrados claros: Universidad Católica (contratante), Talleres de Córdoba (club de procedencia del jugador) y Ferrocarril Oeste (dueña de cierto porcentaje del pase). Más allá de la insólita posición de los clubes trasandinos, en esta operación toman un importante rol, una serie de sujetos invisibles al ojo público, pero que con el título de “intermediarios o representantes”, sacan provecho de la situación.
En el caso de este vilipendiado delantero, las especulaciones van desde cobro de porcentajes por parte de barras bravas y un incalculable número de empresarios, que le provocaron al jugador una presión que lo llevó a contradicciones y a arriesgarse a sanciones por parte de la FIFA. Más allá del resultado de esta situación, que se sabrá con el veredicto oficial, queda en el ambiente un tema abierto: la labor de los agentes de jugadores, su honradez y real importancia.
Comienza el partido
Desde que el fútbol comenzó su tórrido romance con el dinero, distintos personajes aparecieron en él. La FIFA viendo tal procesión de gente decidió en el 2001 (modificado en el 2007) crear un reglamento que establece la figura del Agente de Jugadores FIFA.
Éstos sujetos firman un contrato con los futbolistas que es un mandato y puede ser revocado en cualquier momento, con el se autoriza al representante a negociar en nombre del sujeto o club.
Impopulares, temidos y honorables, esta fauna de hombres invaden al mundo en busca de talento, pero su fin es el dinero. Según el sitio oficial de la FIFA, hoy existen 4.843 agentes reconocidos. Lugares recónditos como la Región Administrativa Especial de Macao, tienen un agente y otras absolutamente futbolizadas, como Brasil, llegan a los 300.
Actualmente en Chile son 11 los agentes reconocidos (según www.fifa.com): Patricio Apey, Fernando Felicevich, Eduardo Ferrada, Mariano Gastó, Germán Mora, Rubén Morales, Eduardo Peña, Jason Pappe, Hugo Rubio, Pablo Tallaricco y Mauricio Valenzuela.
Entres estos hombres hay casos peculiares: ex futbolistas, abogados, publicistas y el hijo de un reconocido entrenador de tenis, entre otros.
En el sillón, los dueños de la pelota
Según la ley actual del estamento internacional de fútbol, cada asociación es la encargada de entregar la licencia oficial al respectivo agente. Para esto es necesario cumplir con algunos requisitos y superar evaluaciones establecidas. Así lo plantea el Secretario Ejecutivo de la Asociación Nacional de Fútbol, Wilfredo Sequeira: “para Chile, no existe un reglamento particular, es una normativa FIFA y la ANFP sólo la acata. Para obtener la licencia se debe rendir un examen que se toma dos veces al año, marzo y septiembre, y que consiste en 20 preguntas (15 de normativa de las federaciones y 5 de ámbitos civiles)”.
Asimismo, el abogado enuncia que existe una segunda exigencia por cumplir: convenir un seguro que a pesar de ser una actividad especial, no detenta ninguna particularidad para los futbolistas: “el otro requisito consiste en la contratación de un seguro de responsabilidad civil que no tiene que ver con los jugadores en sí y sólo cubre el compromiso civil de los representantes”, expresa. Pero, lo anteriormente planteado tiene una variabilidad según cuenta el funcionario de la ANFP: “la póliza antes mencionada puede ser sustituida por una garantía bancara, emitida por un banco suizo y que alcance la cantidad mínima de FS$ 100.000, ésta es abonada incondicionalmente, para cubrir daños que el sujeto pueda producir en contra de jugadores, club u otro colega”, afirmó.
Un agente con licencia, podrá trabajar de forma internacional, respetando la legislación vigente de cada país, y la duración de ésta es de cinco años, pudiendo ser renovada. La legislación de la FIFA para quienes trabajan de manera seria parece no dejar fisuras, más allá de los problemas y la falta de transparencia, las autoridades se lavan las manos y dejan fluir las situaciones, hacia donde creen ellos que es el lugar correcto: la ganancia monetaria para los clubes, jugadores, agentes e intermediarios.
Dentro de la cancha, arriba de la pelota
Muchas veces el poder que exhiben los representantes llega a niveles inusitados, lo que ha traído innumerables problemas y dejando como víctimas, en la mayoría de los casos, a los jugadores. Pero siendo así ¿qué lleva a un deportista a entregar parte de sus ingresos y poner su carrera en manos de desconocidos?
Corriendo de un lado hacia otro, recién aterrizando desde Zürich, lugar donde trabaja en la Cámara de Resolución de Disputas FIFA, el presidente del Sindicato de Futbolistas chileno, Carlos Soto, tiene una clara posición: “llegado un momento hay que ser sinceros, son contadas las excepciones de los jugadores que saben llevar negociaciones, por lo que muchas veces la asesoría y la defensa de los interéses de ellos debe traspasarse. Pongo un ejemplo: hace un tiempo me llamo un socio que me contaba que tenía 80 millones de pesos en su cuenta corriente, yo sólo le pude aconsejar una de ahorros, pero en casos como ésos ves el beneficio de las asesorías”. El agente hoy ha tomado roles significativos en la vida del jugador. Llevan las cuentas, aconsejan inversiones y están atentos del bienestar de sus representados, trasladando el negocio a otros rubros.
Pero existe otro punto innegable. Chile como nación, tanto por nivel de competencia, ubicación geográfica e historia deportiva no es un país del primer orden. Así lo asegura Soto:”Hoy tenemos una desventaja, no somos un fútbol competitivo. En Europa con suerte conocen a Colo Colo. Jamás verás un diario con resultados de nuestro campeonato. Estamos en un proceso de cambio económico y estructural, prueba patente es que Chile es el único país con Sociedades Anónimas obligatorias” cuenta seguro.
Es indesmentible la importancia que tiene el Agente FIFA para el jugador. La asesoría, el apoyo y lo que en el medio se conoce como “mover el mercado”, en un país poco reconocido futbolísticamente, hace necesaria la red de contactos internacionales. Es reconocido por agentes, protagonistas y dirigentes que los clubes hoy no salen a vender sus figuras, por lo que la representación, tanto en contratos entre agente-jugador y agente-club es vital.
A pesar de los riesgos existentes con tanto involucrado, los protagonistas parecen asumir el peligro y sienten que sin esto sus carreras no lograrán un despegue. Carlos Soto a la hora de definir la labor la califica como “un mal necesario” y viendo el actuar de los futbolistas parece serlo.
Desde la tribuna, vendiendo la pelota
Con variados adjetivos, hoy en nuestro país existen distintos sujetos que tratan de usufructuar del balompié. Agentes (los oficiales), representantes, intermediarios, consejeros y amigos. Variados tipos que lejanos a las normas trabajan en un rubro que trata de salir de las tinieblas.
Hoy dentro de los Agentes FIFA con mayor movimiento en el mercado, destacan varios, no más de tres o cuatro y entre éstos se encuentra Mauricio Valenzuela. Abogado de la Universidad Bolivariana, ex cadete de la Universidad Católica, se aleja de la imagen del jurista común. De pelo largo y tenida informal, se sienta entre unos 50 dvd´s de sus representados: Marco Estrada, Jean Beausejour, Carlos Carmona, Osvaldo González y una decena más. Contesta llamadas de España y entre el movimiento, defiende su actividad: “sin nosotros, el mercado no se mueve. No se venden jugadores sin agentes” enfatiza.
Para él, la situación está lejos de problemas y con la llegada de las sociedades anónimas las cuentas están más que claras. Además, la relación con los jugadores es pulcra: “Los futbolistas nos respetan, conocen nuestra labor y saben quien trabaja bien, eso se difunde. Son un porcentaje mínimo los problema con ellos” dice.
Al evaluar el mercado de sus colegas es claro: “yo trabajo y del resto no hablo. En general la actividad es profesional” recalca. Para él, la obtención de la licencia es vital y permite un desarrollo pleno:”pasar el examen para obtener el permiso es difícil, no cualquiera lo hace. Hoy en día sin licencia, en Europa, no puedes ejercer” afirma.
Mirando el futuro
Cerrados a calificar al resto y siempre defendiendo su posición, los agentes de jugadores parecen no hacer eco de los problemas que han existido y sólo los ven como situaciones marginales. A pesar de la profesionalización, siguen puntos en el aire, tal vez no depende particularmente de un estamento clarificarlo, pero sí de una voluntad común. Hoy es imposible decir que existen ilegalidades, la situación se blinda por todos los flancos, jugadores y autoridades parecen dejarse llevar por el buen mercado y la autorregulación.
En el país, elementos como el Estatuto del Jugador han venido a proteger a los protagonistas. Muchas veces su ignorancia o inexperiencia les juegan en contra, las malas asesorías siempre rondan y es importante regularizar.
Desde el 2 de abril del 2007, los jugadores pasaron a pertenecer al Código Laboral, con deberes y beneficios, esto produjo una variación en sus contratos. Hoy existen sólo dos papeles en el fútbol: el profesional y el amateur; con ésto los clubes protegen su patrimonio, en especial las divisiones inferiores, ya que exclusivamente quienes cuenten con un documento firmado son propiedad del club y no son presa de algunos inescrupulosos.
El futuro apunta a continuar en la ruta existente y profesionalizar esta actividad. Extraoficialmente se sabe que la FIFA se encuentra pronta a integrar una nueva norma en los contratos, los agentes deberán firmar el documento, junto con el jugador y aclarar su participación en las operaciones.
Legalmente, la única figura vigente que existe es la del Agente de jugadores FIFA, parece ser firme y clara. Sus porcentajes de ganancias se establecen en los contratos según su papel en la operación y no existe argumento claro de anormalidades. Pero siempre está la sombra de los personajes incognitos que fuera de la norma parecen ofrecer el cielo a inocentes jóvenes que terminan en el infierno por su ignorancia. Si bien se ha avanzado, es imprescindible continuar aclarando los traspasos de jugadores, ya que esto permitirá hacer más honesta y transparentes situaciones que hoy, debido a la falta de información, parecen inexplicables.
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